viernes, 4 de mayo de 2018

"No puedo encontrar el camino a casa"







I can´t find the way home


Into the distance, a ribbon of black
Stretched to the point of no turning back
A flight of fancy on a windswept field
Standing alone my senses reeled
A fatal attraction holding me fast, how
Can I escape this irresistible grasp?   Learning to fly.- Pink Floyd

O CAPTAIN! my Captain! our fearful trip is done;  
The ship has weather’d every rack, the prize we sought is won;  
The port is near, the bells I hear, the people all exulting,  
While follow eyes the steady keel, the vessel grim and daring:  
    But O heart! heart! heart!           
      O the bleeding drops of red,  
        Where on the deck my Captain lies,  
          Fallen cold and dead…. Walt Whitman (1819–1892).  Leaves of Grass



En la espera anticipada de la ausencia, me preparo a partir en dos al tiempo y detener los quehaceres apremiantes en un abrir de paréntesis para encerrar a la nostalgia en una canción o ramillete de ellas con un solo tema.

Creo en que los tiempos en que el sueño estaba contagiado de calles empedradas y viejas construcciones de ladrillos, aún había un poco de color en este coctel de la tristeza y solo cuando el paréntesis se cierra, me quedo con esa sensación de que el tiempo se detuvo al menos en un instante en que todos esos pensamientos que en imágenes rápidas, pasaban por mi mente cuando las flores eran símbolo y las plantas crecían en las macetas del balcón para delicia de los viernes con música de rock atorada en la garganta y arrugada en cada pliegue del pantalón acampanado; en las camisas de mezclilla se encontraba el símbolo que antaño era el símbolo del hombre que trabaja y en ese tiempo, la anarquía, las ganas de quedarse suspendido en el tiempo hasta el fin de los días para así viajar entre hongos, música y Rock por todos los poros en que entraba al alma y después salir a refugiarse en la esquina de la calle, mientras se veía pasar a las muchachas.

Fue tan solo George  Harrison con la carga popular en sus espaldas que permitió que más rápido el oriente se adueñara de los corazones de toda una época; lo mismo María Sabina aquí en el continente, que la conciencia fuera destapada con el sabor amargo de los hongos.

Hoy me encuentro sentado en el sitio del pasado, desentraño los enigmas que quedaron olvidados por el crecer del tiempo y la rapidez de la vida. No es que tenga el tiempo, sin embargo, por esas cosas peculiares de la misma vida el tiempo en este momento no es importante, este se ha quedado hipnotizado en la guitarra de las doce cuerdas de un  profeta que cantaba en el vacío.


I

Si hay algo que en verdad estalle en mí como estrella blanca
es leer “captain my captain”, de Whitman y escuchar Im your captain
con Grand Funk (es una verdadera chingadera sónica)
Closer to Home y Le it be en voz de Joan Baez sin acento.

También leer sobre Pink Floyd y recordar a Jerry García y los
“Ferry Pranksters”. Me estoy acercando a casa dicen los tres
haciendo un ruido ensordecedor y musical en el tiempo
que se quedó esperando a que nosotros nos quedáramos.

Pero no fue así y ahora en eso de las selecciones musicales
escucho un tutti frutti y recuerdo también a esas pastillas
mientras los Monkeys se dejan escuchar en la parte fresa
de mi disco, junto a Chicago, los Beatles y en este momento
juntos lo podemos hacer dice John con Paul y la nevería
en esa calle con sabor de Istmo en la parte extrema,
llega a mi memoria cuando aún no sabía lo que era un beso.

Me he pasado la tarde leyendo en youtube la historia de los
brujos que cambiaron en parte mi mundo: Bob Dylan, George
Harrison con Shankar, Lennon y el Demian de Hermann Hess.

No necesitamos educación gritaban mis alumnos al compás de
The Wall, la misma que en este momento escucho y que en aquellos
años finales del setenta, con un chubi y una mujer hermosa,
de igual forma escuchábamos a las once de la noche,
hora del día en que los brujos se destapan y los fantasmas chocarrean,
los conjuros del amor se invierten y el Rock es atrapado en la poesía.

Hoy con pelo gris y el sol dibujado por mi cara, sobre todo en las mañanas,
a la espera del grito de Rare Earth, en el momento introductorio
de Get Ready, me preparo a seguir escarbando en la memoria
conjurando el momento que marcó mi alma, me enseñó a no tener
miedo al precipicio, a burlarme de un grupo de azules, y probé la marihuana.

Pero sobre todo, a pesar de la magia que en un salón de clases en medio
de la nada, me encontraba, con eso de que las matemáticas decían
que puede un ente encontrarse simultáneamente en dos partes,
la calle, el café, las esquinas de Narvarte y La del Valle me enseñaban
Que la misma magia podía encontrase en una mirada, la respuesta a cuadros
enfundada en un pantalón acampanado, escuchar a los Stone en un cuarto
de azotea mientras  Mundo y  Billy se pasaban el cigarro y yo observaba.

Los cuates de igual forma me enseñaban que el desmadre del hongo
era un cosa seria y había que encontrarlo por la sierra o mejor aún,
esperar a que él mismo te encontrara si tenías suerte.
Había de todo, películas extrañas (como Fando y Liz, El Graduado, El Knack,
el Retrato de un Rebelde), y obras locas (Hair) en que todos se desnudaban.

Era la época del ácido, Jodorowsky, el monólogo del Loco con Ancira,
la entrada grande por la puerta de la historia, Monterey, Woodstock,
Isla de White, Avándaro, y desgraciadamente la cárcel, la matanza
en la misma plaza recreando la matanza de otra parte casi olvidada de la historia.

Ahora, si el hijo que no tuve, hubiera tenido descendencia, sería
un abuelo hippie, el mismo que en una película de un futuro próximo
en que no se podían tener hijos, Michael Caine representaba.

EL poema largo me gusta por  que no sé de otra forma contar historias
y además, cuando Vibraciones en Radio Capital pasaba, se dejaban oír
obras largas,  o  mejor dicho, todo un disco en que el tema era uno solo
como cuadros para una exposición de Emerson Lake and Palmer.
aunque la primera vez que escuché una pieza que duraba más de tres minutos
fue con los Doors y por ese tiempo de tanto oírla, no me gustaba.

Solo la novena de Beethoven que era mi himno cuando me sentía místico
poeta o un lobo solitario, era la única que podía tolerar.

Cosas raras, creo que por eso mis poesías son largas.

II

Bruja cósmica, despertaste mis sueños y los fuiste tejiendo uno
por uno con tu voz que me enseñó lo que es el grito como símbolo
metáfora de aquellos años que se quedó pegada a la piel de mis recuerdos
y también de mis lamentos, ahora tristeza sabia, o la resignación de un
piano en el ocaso junto al mar que acaricia mis cabellos y los pinta
nuevamente del color del viento y la brisa provocada por el graznido
de los pájaros y las alas dividiendo el cielo cuando planean las gaviotas.



Con un  Ron con 15 años fermentado, me preparo el último trago
de una botella que estuve acariciando durante cuatro largos años
hoy es el momento; desnudo estoy en el proceso del verso
y rodeado de fantasmas que no están muertos
con dos largas caminatas por el mar que empacha
gozando por un momento en esta casa la soledad total
llegan a mi más imagen que trato vanamente de expulsar
un Juan Villoro próximo al lado oscuro de la luna en uno
de los pocos programas radiofónicos que se podían escuchar en el DF
me regresaba nuevamente  a Manuel  Camacho y Jesús Romano, años antes
cuando el sonido de Lucky Man en la voz de Lake era mi himno;
comenzábamos a entender al mundo como lo que entonces éramos
rebeldes, tímidos, miedosos, hijos de clase media a la obediencia del sistema,
Zabriskie Point de Antonioni era un himno raro pero también la ocasión de escuchar a Pink Floyd
después Teorema para comprender al sexo y el dinero y al mismo Passolini
que nos trajo también a Bertolucci, Antonioni antes con Blow Up y en el
viejo cine club de ciencias, al Ladrón de Bicicletas y ocho y medio,
dos señores más que junto con Fellini encerrarían la primera parte del cine.

Eran años de estar enamorado todos los días y conocer un nuevo amor
de mes en mes,
salir a dialogar con las paredes,
entablar la caminata en avenidas con palmeras antes de los ejes viales,
Glorietas por todas partes que nos sabían a gloria y después
se hicieron cuadrados,
cafés corrientes en cafeterías de la colonia,
intercambio de ideas con dos discos de los Doors o Fever Tree bajo el brazo.
Escuchar a Stephen Wolf y a Blind Faith y The Cream en las voces
de los grupos locales en las tocadas de los viernes,
recordar a Donovan y Atlántida, y sentirnos misteriosos,
mágicos, profundos, cuando Jethro Tull aparecía en nuestras vidas;
pero también eran los días del cine con las novias
y había que ver “Amigos” con la potente lírica de Elton John.

De repente me detengo en mis recuerdos y hago una llamada
a mi amigo de aquellos años que hoy cumple casi sesenta,
quiero ver quien es el que canta porque se grabó en el mensaje
y solo veo pista 8 track 8 y me regresa al 8, 8 del dos mil ocho,
pero hoy no quiero hablar de misticismos cuando los Byrds
regodean a mi espíritu en esa canción de Dylan: Mr Tambourine.

Tomo mi copa y brindo por mi amigo, el mismo que me mostró
“Piedra de Sol” por primera vez y en otra ocasión “Tu mas profunda piel”
de Cortázar. A el le debo haber quedado marcado con las palabras
inventadas por el fuego del planeta Venus en los versos que giraron alrededor
del sol y haber entendido que Eros no solamente eran los besos que
en mágicos efluvios se intercambiaban con el ser más bello del planeta
Eros como la mujer también era la palabra y el pensamiento y el sexo
y más de ello el poema que se iba dibujando con el pensamiento
Nice to be with You de Tierra Extraña escucho y es agradable
conocerlo cuando el sol se esconde y los Animals dentro de una
pequeña casa de placer, la reinterpretan y otra vez la mujer
como corazón del universo y pienso en Paty Boyd y Harrison
y Clapton y escucho a Layla, Something mientras el sol
sigue escondiéndose en la casa que alguna vez en la colonia Roma
tejió su red para que la noche fuera una más de mis amantes
en esta bella y puta soledad sin nombre tantas veces repetida.

La casa cuando el sol se eleva.

III

Que es el Rock para ti me preguntaban miles de veces, cuando siempre el Jazz o la música de cámara, las corales, Intilimani, Serrat y los cubanos Silvio y Pablo, era lo que usualmente escuchaba…

Pero no sabían que el Rock era estar marcado a pesar de Scorpions, Foreigner, Rush, y otros más como Queen y Nirvana, que no asimilaba del todo (tenían que pasar muchas cosas y rebasar prejuicios).

Solo contestaba que el Rock era poesía en los momentos que la poesía por esa lengua inglesa se perdía.

El Rock, les comentaba, era Zappa, Pati Smitt, Grateful Dead, Dylan, Los Beatles, Yes, Ten Years After, Black Sabbath y aún mas allá de los Stone, también Traffic y Zeppelin.

Yo en esta tarde que ya vistió el manto nocturno, me quedo con Harrison porque es su día, porque sin querer me trae el mundo místico, el mágico, el canto del espíritu después de que en un paréntesis se fue con Dylan y al siguiente estaba con Raví Shankar, Harrison el discreto, el que no aspiraba a ser como su alter ego: el monstruo para mi junto con Morrison, metáforas de carne y hueso de lo que el Rock mismo era, el solo pedía más vida y vida fue lo poco que en esta vida le tocó.

Que es el Rock?  ¿Es acaso lo que un escritor de un taller virtual, inocentemente escribió?, una revolución, el compás y el Boggie en Canned Heat como el huevo estrellado en el desierto de Arizona y los abuelos del Rock pidiendo aventón y escribiendo Alarido, en el camino y otros rollos que en el Folk y el Jazz se encontró para atrapar el Blues.

El Rock es alarido, y también poesía, es grito y rima, es movimiento de protesta en sus inicios y ganas de tocar para uno mismo y escuchar de igual forma en la plenitud de un cuarto o en el espacio abierto con la multitud.
el  Rock es grito y es estigma, lamento y rebeldía, intérprete de los oprimidos
en sus primeros días, después mercado y bolsa de valores, castillos en Escocia
y campos de golf, pero en escencia eso ya no es Rock, si no la parte oscura,
la salida de otra forma como el viaje de la sangre contaminada y ganas de quedarse ahí, con un pasón y un arpón, una guitarra rota en los tiempos tempranos de Townshend y la muerte prematura de Jim, Moon, Jimmy y Janis, los otros no lo se…

Pero el Rock es nuevamente el grito que desgarra el aire y es metáfora primera
del canto universal del hombre al fusionar los continentes del planeta en una sola nota, también es valentía y algunas veces accidente, perderse en la competencia, como creer que Manson era el líder (según el líder de Beach Boys), ser en parte la fuerza de la música espiritual de las panteras negras, Angela Davis como símbolo y Marcuse su maestro, parte intelectual del mismo. El Rock es muy difícil de explicar porque siempre se encuentra en movimiento (como una piedra que rueda) y el camino perdido para encontrar la casa.

Nunca puedo explicar que es el Rock, pero alguna vez pensé que era la posibilidad de que alguien me amara.
Termino recordando la ocasión que en un volado ganó la elección de ver uno + uno de Jean Louc Godard o a Mercedes Sosa en el auditorio Che Guevara de Filosofía (no creo que ahora se llame así), no me arrepiento de la suerte, así como Antonioni  y Scorsese, filmaron sobre el Rock, Oliver Stone y muchos más, Godard en ese tiempo fue valiente a pesar de que Jagger y Richards ya eran monstruos.

PS Ahora escucho Simpatía por el diablo y quiero terminar este periplo por segunda vez. Lo leo y me sustraigo, no quiero corregir los errores de dedo y los nombres, quiero recrearme en Keoruac cuando escribió de un tirón su novela y hacerle un homenaje a Bolaños y otro a los Rolling, y aún mas a los amigos: a Pablo, Ulises, Héctor, Mundo, Oscar, Jorge y muchos más como Nacho, a mis alumnos que ahora son casi abuelos que me regresaron al mundo del Rock, a Gustavo, a Isaías y algunos que ahora están muertos o en el manicomio y por último a Iván porque es mi hermano menor y aprendo de él.

Ya me fui como dice el “Ese”.

MHG 2008

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